El gran pecado de los originalistas no es albergar una agenda política, sino afirmar que no lo hacen, y basar ese reclamo en un nivel de comprensión histórica que demuestriblemente no poseen.


(The great sin of the originalists is not to harbor a political agenda but to claim they do not, and to base that claim on a level of historical understanding they demonstrably do not possess.)

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En "American Dialogue: The Founders and US", Joseph J. Ellis critica las interpretaciones originalistas de la Constitución. Argumenta que los originalistas a menudo niegan tener una agenda política, que considera un defecto significativo. Esta negación tergiversa su enfoque para el análisis histórico, lo que sugiere que poseen una comprensión más profunda del contexto histórico que realmente.

Ellis destaca la discrepancia entre las afirmaciones de los originalistas y su comprensión real de la historia. Afirma que tal falta de comprensión socava su credibilidad y la validez de sus interpretaciones, cuestionando la base de sus argumentos sobre cuestiones constitucionales.

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enero 26, 2025

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