Tita dejó abruptamente a John, quien quedó en un estado de confusión. Aunque se sintió igualmente desconcertada, sus emociones cambiaron cuando sostuvo a Roberto en sus brazos. En ese momento, la conexión con el niño eclipsó cualquier preocupación sobre su destino o relación con John.
Este profundo vínculo con Roberto pareció redefinir las prioridades de Tita, haciéndola sentir que tenerlo cerca era mucho más significativo que cualquier destino que la esperara. La presencia íntima de su hijo le dio un sentido de propósito, destacando la fuerza del amor materno en su vida.