Ralph C. Wood, en "El Evangelio según Tolkien", enfatiza que nuestras personalidades están moldeadas por nuestras acciones. Esta idea sugiere que la forma en que nos comportamos refleja nuestras creencias internas, lo que indica que los rasgos positivos y negativos provienen del núcleo de nuestro carácter. La relación entre acciones y convicciones internas es fundamental; Las buenas obras surgen de un corazón virtuoso, mientras que las acciones nocivas emanan de uno defectuoso.
Wood apoya esta noción con una cita de Lucas 6:45, que ilustra que la naturaleza del corazón de una persona influye en su discurso y actos. Esto refuerza la idea de que nuestra esencia moral y las elecciones que hacemos están profundamente entrelazadas, destacando que la verdadera bondad o el mal se revela a través de nuestras acciones.