Todos sabemos que si vamos a vivir nosotros mismos llega un momento en que debemos renunciar a los muertos, dejarlos ir, mantenerlos muertos. Llévalos se conviertan en la fotografía en la mesa. Vuelva a convertirse en el nombre en las cuentas de confianza. Valéngalos en el agua. Saber esto no hace que sea más fácil dejarlas ir en el agua.
(We all know that if we are to live ourselves there comes a time when we must relinquish the dead, let them go, keep them dead.Let them become the photograph on the table.Let them become the name on the trust accounts.Let go of them in the water.Knowing this does not make it any easier to let go of them in the water.)
En "El año del pensamiento mágico", el autor Joan Didion explora el profundo desafío de aceptar la pérdida. Ella reflexiona sobre la necesidad de dejar de lado a los que han fallecido, lo que sugiere que aferrarse a los recuerdos solo sirve para obstaculizar el proceso de duelo. Didion enfatiza que si bien es esencial reconocer a los muertos, hacerlo requiere un acto deliberado de liberarlos de nuestro agarre emocional.
Las imágenes de permitir que el fallecido se convierta en simples recuerdos, representados por fotografías o nombres, captura conmovedor la lucha entre recordar y seguir adelante. Didion reconoce que comprender este principio no alivia el dolor de dejar ir, destacando la complejidad emocional del dolor. La metáfora de "dejar ir en el agua" simboliza la dificultad de renunciar a nuestros apegos, evocando una profunda sensación de anhelo y tristeza.