En la historia, Augusta admite dejar a una criatura en su habitación para esconderla de su madre, lo que indica que aún no había convencido a su madre para que le permitiera mantener a la mascota. Mark cuestiona si Augusta dejó a sus gatos con la criatura para la compañía, a lo que ella responde afirmativamente, insinuando un giro inminente en el cuento.
A medida que se desarrolla la conversación, Maripat anticipa ansiosamente una conclusión conmovedora, tal vez imaginando una amistad entre la mascota y los gatos. Sin embargo, Augusta revela una verdad impactante: en lugar de convertirse en amiga, la criatura terminó comiendo a los gatos, indicando un giro más oscuro en la narración y dejando a los demás aturdidos por su revelación.