El chiste citado ilustra un divertido malentendido entre un trabajador de la construcción y un diligente guardia de seguridad. El guardia sospecha que el trabajador está robando objetos valiosos escondidos en una carretilla llena de aserrín, pero durante todo el calvario no encuentra nada de interés, ya que nadie presta atención al aserrín. Esta situación refleja la paranoia y la fijación en detalles menores que a menudo se ven en los roles de seguridad.
Años más tarde, cuando los dos se reencuentran, el guardia de seguridad finalmente cede a su curiosidad, creyendo que el trabajador debe haber estado ocultando algo importante. El remate revela la verdad: el trabajador simplemente se llevaba las carretillas, no ningún bien valioso. Este giro enfatiza cómo a veces lo que parece sospechoso puede tener una explicación simple y muestra el humor en el escrutinio interminable del guardia de seguridad.