Una guitarra tocada por una persona real nunca será tan precisa y perfecta como un sintetizador programado. Pero sostenemos que el potencial de error humano tiene valor.
(A guitar being played by an actual person is never going to be as precise and perfect as a programmed synthesizer. But we maintain there is value in the potential for human error.)
Esta cita destaca la singularidad del arte humano en contraste con la precisión de las máquinas. Si bien la tecnología puede ofrecer una ejecución impecable, a menudo carece de las imperfecciones que añaden carácter y emoción a una actuación. Aceptar el error humano fomenta la autenticidad y conecta a los oyentes con la experiencia genuina del arte en vivo. Sugiere que las imperfecciones no son defectos sino elementos vitales que enriquecen la expresión creativa, recordándonos que la belleza de la música no reside sólo en la perfección sino en el toque humano.