Los animales mueren, los amigos mueren y yo moriré, pero una cosa nunca muere, y esa es la reputación que dejamos atrás a nuestra muerte.
(Animals die, friends die, and I shall die, but one thing never dies, and that is the reputation we leave behind at our death.)
La cita de "Eaters of the Dead" de Michael Crichton destaca la naturaleza inevitable de la mortalidad, enfatizando que la muerte es una experiencia universal compartida por todos los seres vivos. Tanto los animales como los amigos fallecerán, al igual que cada individuo. Esto sirve como un recordatorio de que la vida es finita y que todos eventualmente enfrentarán su propio fin. Sin embargo, a pesar de esta transiencia, poseemos el poder de dar forma a cómo somos recordados después de que nos vamos.
Crichton señala que si bien la muerte es segura, el legado que dejamos atrás es perdurable. Nuestra reputación, formada por nuestras acciones, relaciones y contribuciones, nos exige. Sugiere que lo que realmente importa es cómo impactamos a los que nos rodean y los recuerdos que creamos, que definen nuestra existencia mucho después de que hayamos dejado este mundo. En última instancia, es nuestra reputación la que continúa resonando, sirviendo como nuestra impresión duradera en la sociedad.