En un momento fugaz, Isabel se conecta con una mujer de cara delgada en una ventana de autobús, que casi le sonríe. Esta breve interacción destaca las barreras comunes que la vida de la ciudad crea entre los individuos, donde a menudo prevalecen los sentimientos de aislamiento. El anhelo de Isabel de corresponder la sonrisa de la mujer refleja su anhelo más profundo por la conexión humana en medio del anonimato de la vida urbana.
Sin embargo, duda en actuar sobre su impulso, consciente de que tal espontaneidad podría confundir o perturbar a la mujer. Esta lucha interna representa los desafíos que muchos enfrentan para llegar a los demás, revelando las complejidades de las interacciones sociales modernas donde el miedo a romper las normas sociales a menudo eclipsa a la humanidad genuina.