Durante una semana, el personaje permaneció en la cama, fijado en el techo, encarnando el dolor por su prolongada lucha con la vida. Esta intensa tristeza refleja su conflicto interno, ya que parece estar rechazando tanto la muerte como los cambios vitales que lo acompañan. Su estado transmite un resentimiento profundamente arraigado hacia los mismos procesos de vida y muerte que se siente incapaz de escapar.
Esta representación ilustra un estancamiento profundo donde el personaje está atrapado en un ciclo de agitación emocional. A pesar de su deseo de muerte, se encuentra inmovilizada, similar a alguien que no puede aliviarse de una desesperación abrumadora. Las imágenes capturan su resistencia no solo a la vida sino también a la inevitable conclusión de la existencia, mostrando un poderoso comentario sobre la condición humana.