En William S. Burroughs "y los hipopótamos fueron hirvidos en sus tanques", el autor reflexiona sobre una cultura generalizada de pequeños argumentos que ocurren en América. Estas disputas, a menudo emergentes en espacios públicos como las esquinas y los bares, sugieren una sociedad fijada en credenciales y validación, con personas que compiten para demostrar sus experiencias y logros. Esto crea una atmósfera tóxica de suplicación donde el valor personal está vinculado a demostrar superioridad sobre los demás.
Burroughs prevé un punto de inflexión donde la frustración culmina en el caos, con personas que se enfrentan entre sí en una ola de ira y desafío. La frase "¡No tomo ninguna mierda!" Captura la esencia de esta rebelión contra la conformidad y las expectativas sociales. Este sentimiento implica un anhelo colectivo de autenticidad y un rechazo de los estándares superficiales que han llegado a dominar las interacciones, enfatizando la tensión debajo de la superficie de la civilidad social en Estados Unidos.
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