"Hamlet" es un trabajo colosal que supera muchas otras obras, incluidas "Hamilton". A pesar de sus diferencias en el estilo y la época, ambas piezas comparten una similitud intrigante: dejan al público reflexionando sobre elementos cruciales de la historia. Shakespeare crea deliberadamente ambigüedad en la locura de Hamlet, lo que lleva a los espectadores a interactuar con los significados y preguntas más profundos de la obra.
Esta incertidumbre es una razón significativa para el atractivo duradero de "Hamlet". La complejidad de sus personajes y la falta de respuestas directas invitan al público a reconstruir la narrativa, por lo que es un rompecabezas intelectual. Esta atractiva ambigüedad refleja el arte reflexivo que se encuentra en "Hamilton", que muestra cómo ambos trabajan obliga al público a explorar sus temas más allá de la interpretación a nivel de superficie.