Entonces no estaba repleto de culpa por pasar las tardes de esa manera, porque todavía tenía todas las tardes en el mundo.
(I was not then guilt-ridden about spending afternoons that way, because I still had all the afternoons in the world.)
En su trabajo "encorvándose hacia Belén", Joan Didion reflexiona sobre un momento en que no sintió remordimiento por pasar las tardes de manera tranquila. Este período en su vida estuvo marcado por una sensación de libertad y la ausencia de urgencia, ya que creía que tenía un tiempo suficiente por delante de ella. La cita captura una actitud despreocupada, lo que sugiere que las presiones de la edad adulta y las responsabilidades aún no habían invadido sus momentos diarios de respiro.
La perspectiva de Didion destaca una experiencia universal de la juventud, donde el tiempo parece infinito, lo que permite tardes indulgentes llenas de exploración o relajación. Mientras recuerda, uno puede sentir una nostalgia subyacente junto con el entendimiento de que tales momentos tranquilos a menudo pueden desvanecerse a medida que aumentan las demandas de la vida. Esta reflexión sirve como un recordatorio conmovedor de la naturaleza fugaz del tiempo y el contraste entre el abandono juvenil y las limitaciones de la madurez.