En el contexto del libro "Pieridos por el sol" de Laura Esquivel, el planchado se representa como un proceso transformador. Esta tarea mundana simboliza la destrucción del caos, ya que las arrugas representan el desorden y se eliminan a través del acto de planchar. El protagonista encuentra consuelo en este ritual, que sirve como una metáfora de su necesidad de control y orden en su vida.
El acto de presionar las arrugas se convierte en algo más que una tarea; Representa un anhelo más profundo de estabilidad y claridad. La cita enfatiza cómo esta simple acción encarna una lucha más amplia por la organización y la paz en un mundo lleno de imprevisibilidad.