No fue el coraje lo que motivó esta forma casual e impersonal de tratar tanto dolor; Era una marca especial de cobardía, un mecanismo de defensa destructivo, que obliga a otros a escuchar las experiencias más horrendas y, sin embargo, negarles el momento de la empatía: no sientas pena por mí; Nada es demasiado grande para mí. Esto no es nada, nada realmente.
(It wasn't courage that motivated this casual, impersonal manner of treating so much pain; it was a special brand of cowardice, a destructive defense mechanism, forcing others to listen to the most horrendous experiences and yet denying them the moment of empathy: don't feel sorry for me; nothing is too big for me to handle. This is nothing, nothing really.)
Al "leer Lolita en Teherán", Azar Nafisi reflexiona sobre la forma en que algunas personas abordan su trauma con un aparente desapego. Ella argumenta que este comportamiento no proviene de la valentía, sino de una forma única de cobardía. En lugar de expresar auténticamente su dolor, presentan sus experiencias de manera casual, lo que empuja a otros a comprometerse con sus dificultades sin invitar a ninguna empatía o comprensión.
Nafisi sugiere que este mecanismo sirve como un muro contra la vulnerabilidad, ya que los individuos proclaman su capacidad de soportar, declarando que su sufrimiento es manejable. Al hacerlo, niegan a otros la oportunidad de empatizar, creando una desconexión que puede ser aislante y dañina. Este comentario destaca un aspecto crítico de la interacción humana con respecto a la expresión de las emociones y el anhelo de conexión en medio de luchas.