Nuestro mundo en esa sala de estar con su ventana enmarcando mis amadas montañas de Elburz se convirtió en nuestro sanctar, nuestro universo autónomo, burlándose de la realidad de las caras tímidas y tímidas en la ciudad que se extendió a continuación.
(Ourworld in that living room with its window framing my beloved Elburz Mountains became oursanctuary, our self-contained universe, mocking the reality of black-scarved, timid faces in the citythat sprawled below.)
En "Leer Lolita en Teherán", Azar Nafisi reflexiona sobre cómo una simple sala de estar, con una vista de las magníficas montañas de Elburz, sirvió como un refugio personal de las duras realidades de la vida en la ciudad. Este espacio simbolizaba un mundo de comodidad y seguridad, contrastando fuertemente con la atmósfera opresiva de la vida urbana. Las montañas, enmarcando su santuario, retrataban una sensación de belleza y esperanza en medio de la agitación.
La sala de estar se convirtió en algo más que un lugar físico; Se transformó en un universo para Nafisi y sus amigos donde podían explorar la literatura y sus pensamientos libremente. En este entorno íntimo, podrían escapar de las limitaciones impuestas por la sociedad, permitiéndoles conectarse profundamente entre sí y los libros que apreciaban, mientras que las luchas afuera seguían siendo una realidad lejana.