Al poner los pasteles en una bandeja grande, le pregunté a Manna si imaginaba las palabras de sus poemas en colores. Nabokov escribe en su autobiografía que él y su madre vieron las letras del alfabeto en color, explicé. Él dice de sí mismo que es un escritor pictórico. La República Islámica se engrasó mi gusto por los colores, dijo Manna, tocando las hojas desechadas de sus rosas. Quiero usar colores escandalosos, como rosa impactante o rojo de tomate. Me siento demasiado codicioso para que los colores los vean en palabras de poesía cuidadosamente elegidas.
(Putting the pastries onto a large tray, I asked Manna if she envisioned the words to her poems in colors. Nabokov writes in his autobiography that he and his mother saw the letters of the alphabet in color, I explained. He says of himself that he is a painterly writer.The Islamic Republic coarsened my taste in colors, Manna said, fingering the discarded leaves of her roses. I want to wear outrageous colors, like shocking pink or tomato red. I feel too greedy for colors to see them in carefully chosen words of poetry.)
En este extracto, el narrador discute una conversación con Manna sobre su percepción de colores en relación con la poesía. El narrador hace referencia a la experiencia de Nabokov de ver letras en color, lo que sugiere una conexión entre el arte y el lenguaje. Manna reflexiona sobre cómo su sensibilidad artística ha cambiado bajo el régimen de la República Islámica, lo que indica un deseo de colores vibrantes y expresivos como rosa impactante o rojo de tomate.
Manna expresa una sensación de anhelo de una paleta más audaz en su vida, sintiendo que las limitaciones de su entorno han sofocado su apreciación estética. Ella sugiere que, en lugar de seleccionar cuidadosamente las palabras para la poesía, se ve atraída por una apreciación más expansiva, casi codiciosa por el color. Esto revela una tensión entre la expresión artística y las realidades de vivir en una sociedad represiva.