En la reflexión de Epictetus, enfatiza que las dolencias físicas como la enfermedad y la cojera son problemas fundamentalmente del cuerpo en lugar de la mente. La distinción es importante porque destaca que la mente no sufre inherentemente de estas condiciones a menos que elija percibirlas como problemas. Este punto de vista fomenta un desapego de los sentimientos de negatividad asociados con problemas físicos.
Al reconocer que los desafíos relacionados con nuestro estado físico son externos y separados de nuestra identidad mental, podemos mantener un sentido de paz. En lugar de permitirnos sentirnos cargados por estas realidades corporales, podemos verlos como oportunidades para cultivar la resiliencia y centrarnos en lo que realmente importa: nuestras percepciones y respuestas.