El mundo representado por Baroja se caracteriza por una atmósfera sombría e irónica, donde las duras realidades de la vida industrial pesan en gran medida a las personas. Las ciudades son retratadas como lugares que luchan bajo la carga de la industrialización, destacando el profundo impacto que este cambio tiene en una sociedad que se encuentra mal para un cambio tan rápido. El contraste entre las ciudades y sus habitantes enfatiza la desconexión que siente una raza no adaptada a las demandas de la modernidad.
Esta descripción captura la esencia del paisaje literario de Baroja, revelando un profundo sentido de descontento y alienación. La lucha contra la implacable marcha del progreso industrial pinta una imagen de desesperación, subrayando los desafíos que enfrentan las personas en una sociedad transformada por fuerzas más allá de su control. En esencia, el trabajo de Baroja invita a los lectores a reflexionar sobre la condición humana dentro de los límites de un mundo cambiante.