En "The Big Short", Michael Lewis destaca cómo el desarrollo del mercado de bonos hipotecarios revolucionó las operaciones de Wall Street al permitirle comprometerse con las obligaciones financieras de los estadounidenses cotidianos. Este cambio marcó una desviación significativa de las prácticas tradicionales, ya que Wall Street comenzó a invertir y beneficiarse de los préstamos locales de los ciudadanos promedio.
Esta conexión entre Wall Street y las hipotecas individuales allanó el camino para un nuevo panorama financiero, donde los riesgos asociados con estas deudas se convirtieron en instrumentos complejos para el comercio. El libro subraya las implicaciones de esta transformación, que ilustra cómo contribuyó a los problemas económicos más amplios que llevaron a la crisis financiera.