Tolkien imaginó al señor de los anillos como una continuación del hobbit, atendiendo a un grupo demográfico más joven. Su objetivo era infundir la narración con humor y travesuras juguetones, estructurándola de manera similar a los cuentos populares tradicionales o los cuentos de hadas. Sus primeras referencias al trabajo incluyeron llamarlo una secuela de The Hobbit.
En su libro, Bandersnatch: C. S. Lewis, J. R. R. Tolkien, y la colaboración creativa de los Inklings, la autora Diana Pavlac Glyer explora los esfuerzos de colaboración de Tolkien y sus contemporáneos. Ella destaca cómo estos escritores se influenciaron entre sí, dando forma a sus procesos creativos y, en última instancia, impactando el panorama literario de la ficción de fantasía.
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