En "Un año en el mundo: viajes de un viajero apasionado" de Frances Mayes, el autor reflexiona sobre la importancia de los viajes y la exploración. Ella recuerda a su madre, que tenía oportunidades limitadas para viajar, pero apreciaba las cartas que la conectaban con el mundo en general. Estas letras, atadas con cinta y almacenadas en su escritorio, simbolizan el anhelo de aventura y conexión a lugares más allá de su alcance.
El consejo de la madre para "ir" cuando se le da la oportunidad encarna un mensaje atemporal sobre las oportunidades de adopción. A pesar de sus propias experiencias limitadas, alienta a su hijo a buscar el mundo, destacando la importancia de la aventura y la búsqueda de las pasiones de uno en la vida.