En su libro "Animal, vegetales, milagro", Barbara Kingsolver reflexiona sobre T.S. La observación de Eliot de que "abril es el mes más cruel", lo que sugiere que la primavera a menudo trae expectativas poco realistas y agitación emocional. Ella interpreta esto como un recordatorio de que la abundante vida de la primavera puede conducir a la decepción, ya que las promesas de renovación pueden no cumplirse y pueden dar como resultado un dolor de dolor.
Sin embargo, a pesar de este reconocimiento, Kingsolver abraza la llegada de la primavera de todo corazón. Ella cree que la alegría y la vitalidad de la temporada superan el potencial de decepción. Cada año, agradece ansiosamente la transición a la primavera, encontrando la felicidad y la cordura en el proceso, afirmando una profunda conexión con el mundo natural a pesar de los riesgos inherentes de vulnerabilidad emocional.