En "El departamento de crímenes sensibles", Alexander McCall Smith reflexiona sobre el sentido generalizado de arrepentimiento que muchas personas se asocian con la vida. El protagonista contempla la inevitabilidad de la pérdida, reconociendo que cada conexión y experiencia apreciada es temporal. Esta comprensión arroja una sombra sobre la alegría, ya que la certeza de perder lo que tenemos querido pesa mucho en el corazón.
Además, la noción de un vacío en blanco o no existencia después de la pérdida se convierte en un pensamiento desalentador con el que es difícil de lidiar. La lucha por aceptar esta realidad agrega profundidad a las experiencias de los personajes y resuena con un aspecto universal de la condición humana: la dificultad de enfrentar la mortalidad y la naturaleza transitoria de la felicidad.