Nos molestaría, pero ¿pensaríamos que no era sorprendente si un médico nos dijera que teníamos un cáncer potencialmente fatal? ¿Y el médico no nos diría si el cáncer podría ser erradicado? ¿Por qué entonces no les contamos a las personas no salvadas sobre el cáncer del pecado y el mal y cómo la inevitable penalización de la destrucción eterna puede evitarse por el sacrificio expiado de Jesucristo?
(It would upset us, but would we think it unloving if a doctor told us we had a potentially fatal cancer? And would the doctor not tell us if the cancer could be eradicated? Why then do we not tell unsaved people about the cancer of sin and evil and how the inevitable penalty of eternal destruction can be avoided by the atoning sacrifice of Jesus Christ?)
En el libro "Heaven" de Randy Alcorn, el autor atrae una poderosa analogía entre el deber de un médico de informar a los pacientes sobre una enfermedad grave y la responsabilidad de los cristianos de advertir a otros sobre los peligros espirituales del pecado. Así como recibir noticias sobre una condición potencialmente fatal puede ser molesto, pero en última instancia es un acto de amor, compartir la verdad sobre el pecado...