En su libro "Animal, vegetales, milagro: un año de vida alimentaria", Barbara Kingsolver destaca el problema de consumir recursos limitados en exceso. Ella señala que este comportamiento a menudo se pasa por alto, no se reconoce como un fracaso moral o incluso como una violación de la etiqueta básica. La normalización de dicho consumo conspicuo plantea preguntas sobre los valores de la sociedad y las consecuencias de nuestras elecciones.
Kingsolver alienta a los lectores a reflexionar sobre sus patrones de consumo y considerar las implicaciones éticas de sus acciones. Al llamar la atención sobre los impactos ambientales y sociales del consumo excesivo, nos reta a repensar nuestra relación con los alimentos y los recursos, abogando por un enfoque más sostenible y reflexivo de cómo vivimos y comemos.