Isabel reflexiona sobre el dicho de que "los ojos son la ventana del alma", que se ha convertido en un cliché con el tiempo. Ella le parece fascinante que la neurociencia está comenzando a apoyar creencias tan antiguas. Esto muestra un vínculo entre nuestra percepción del alma y la biología de nuestro cerebro, particularmente en el ámbito de la autoconciencia.
Específicamente, se entera de que la corteza prefrontal ventromedial, un área cerebral vinculada a la autoconciencia, se encuentra detrás de los ojos. Esto sugiere que nuestro sentido de identidad y tal vez incluso la esencia de nuestra alma está estrechamente ligada a esta parte del cerebro, reforzando la idea de que nuestros seres internos pueden entenderse a través de la forma en que percibimos y comunicamos a través de nuestros ojos.
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