En su libro "El conflicto no es abuso", Sarah Schulman analiza el concepto de un "cuadro" de malos amigos que influyen en las personas para participar en comportamientos poco éticos. Estos amigos pueden crear un ambiente tóxico donde las elecciones moralmente cuestionables se normalizan, lo que lleva a acciones injustas que dañan a los demás. Esta dinámica enfatiza la importancia de rodearse de individuos de apoyo y de apoyo que fomentan el comportamiento responsable.
Schulman argumenta que reconocer el impacto negativo de tales amistades es crucial para el crecimiento personal y la responsabilidad. Al comprender cómo la presión de los compañeros puede distorsionar la brújula moral, las personas pueden asumir la responsabilidad no solo por sus acciones sino también por las influencias que permiten en sus vidas. Reparar las relaciones y fomentar un sentido de responsabilidad de la comunidad puede ayudar a contrarrestar los negativos provocados por esta dinámica del grupo perjudicial.
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