Tita comprende profundamente el poder transformador del fuego, tanto física como emocionalmente. Ella equipara el proceso de cocción, donde la harina de maíz se convierte en una tortilla nutritiva, a la necesidad del amor para llevar la vida al alma. Sin el 'fuego del amor', siente que la existencia es similar a una masa inerte de harina, desprovisto de propósito y vitalidad.
Esta metáfora destaca la creencia de Tita de que el amor es esencial para la verdadera satisfacción. Así como el calor altera los ingredientes en algo significativo, el amor enciende la pasión y la vitalidad dentro de una persona, haciendo que la vida sea rica y gratificante. La conexión entre la comida y la emoción es un tema central en su viaje, ilustrando cuán profundamente entrelazados están en la experiencia humana.