Los defensores de la antiesca a menudo imaginan un mundo libre de las injusticias y las fallas morales asociadas con prácticas como la esclavitud. Su sociedad ideal es atractiva, pero a menudo existe solo en teoría, no en realidad. El contexto estadounidense de 1790 estaba lejos de esta visión perfecta, ya que se caracterizó por las duras realidades de la esclavitud y las complejidades de la sociedad humana.
Joseph J. Ellis, en su libro "Fundadores hermanos: la generación revolucionaria", enfatiza que si bien el idealismo es admirable, la nación estadounidense de esa época fue moldeada por legados históricos que incluían la esclavitud. Esta dura verdad convirtió a la nación en un ambiente desafiante para aquellos que luchan por la libertad e igualdad, destacando las dificultades de reconciliar los ideales con condiciones del mundo real.