Soy un lector esporádico. Tengo momentos en los que no puedo parar... y luego me olvido de que puedo leer. Pero luego digo: '¡Oh Dios, sí, libros!'
(I'm a sporadic reader. I have moments when I can't stop... then I kind of forget that I can read. But then I go, 'Oh God, yeah, books!')
Esta cita captura maravillosamente la naturaleza fluctuante de nuestra relación con la lectura. A veces, el atractivo de los libros nos atrae irresistiblemente, lo que hace que sea difícil dejarlos. Otras veces, las distracciones de la vida o los cambios de humor nos hacen olvidar la alegría y el asombro que puede ofrecer la lectura. Resuena en cualquiera que haya experimentado estos flujos y reflujos: momentos de compromiso intenso seguidos de períodos de abandono. Sin embargo, el ciclo repetitivo de recordar y redescubrir la magia de los libros resalta su atractivo duradero. La lectura no siempre es constante, pero los momentos en los que nos recuerda sus cualidades reconfortantes y escapistas que atesoramos.