En el libro "Papillon" de Henri Charrière, hay una cita importante que reflexiona sobre la naturaleza de la autoridad y el control. Destaca la idea de que quienes tienen la tarea de vigilar a los presos a menudo pueden ser tan corruptos o criminales como los propios reclusos. Esta observación sugiere un ciclo de corrupción, donde los guardianes de la ley y el orden pueden exhibir fallas morales similares a las de aquellos que deben supervisar.
Esta cita de Napoleón III ilustra un comentario más amplio sobre el sistema de justicia y las personas que emplea. Plantea preguntas sobre quién es realmente apto para hacer cumplir la ley y proteger a la sociedad, enfatizando que el poder puede atraer a aquellos con motivos cuestionables, lo que en última instancia conduce a un sistema donde la línea entre los infractores de la ley y sus agentes puede desdibujarse significativamente.