En "El departamento de crímenes sensibles", Alexander McCall Smith explora la desconexión escalofriante entre los perpetradores del crimen y la angustia emocional que causan a las familias de las víctimas. El protagonista lidia con la inquietante realidad de que las personas que cometen actos dañinos a menudo carecen de la imaginación moral para comprender el sufrimiento que infligen. Este déficit les permite actuar sin una comprensión completa de las consecuencias de sus acciones.
Esta reflexión plantea preguntas sobre la empatía y la responsabilidad, lo que sugiere que una conciencia más profunda de la experiencia humana podría disuadir los actos de violencia sin sentido. El autor ilustra conmovedoramente cómo la incapacidad para empatizar no solo afecta a las víctimas inmediatas, sino que también destaca una falla social más amplia para apreciar las complejidades de las emociones y relaciones humanas.
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