En la última noche de su aventura encarcelada, el autor se describe a sí mismo en un estado mental dedicado a encontrar la paz. Mientras contempla las bellezas de su jardín, el silencio de la naturaleza iluminado por la luz de la luna calma poco a poco su ansiedad. La noche ofrece una tranquilidad donde no se oye el canto de los pájaros y las estrellas desaparecen. Esta atmósfera se convierte en una fuente de paz que refleja el estado de ánimo del autor.
La mirada del autor se centra en el denso bosque donde se ubica el pueblo de El Dorado y las bellezas naturales. En una calma indescriptible, el silencioso fluir del río hacia el mar y la vista nocturna le brindan la paz que busca. Esta última noche le trae una sensación de entrega y alivio después de los días difíciles que ha pasado; ofrece un momento final pacífico.