William Henry Yale también suscribía las nociones de Roosevelt sobre el hombre estadounidense ideal y los peligros de la "sobrecivilización", código para afeminamiento. El verdadero hombre, en esta visión del mundo, era un individualista rudo, en buena forma física y con una cultura intelectual, que se sentía tan cómodo dirigiendo a los hombres a la batalla o cazando caza mayor en la pradera como charlando con las damas en el salón.
(mold-William Henry Yale also subscribed to Roosevelt's notions of the ideal American man and of the dangers of "over-civilization," code for effeminacy. The true man, in this worldview, was a rugged individualist, physically fit as well as intellectually cultured, as equally at home leading men into battle or shooting big game on the prairie as chatting with the ladies in the salon.)
William Henry Yale se alineó con la visión de Theodore Roosevelt del arquetipo masculino estadounidense, que enfatizaba ideales como el individualismo rudo y la aptitud física. Desde esta perspectiva, los hombres deberían encarnar fuerza y masculinidad, resistiendo las amenazas percibidas de una "civilización excesiva", que a menudo se asociaba con debilidad y afeminamiento. El hombre ideal era visto como capaz en diversas actividades, ya fuera liderando tropas en conflictos, cazando en la naturaleza o participando en discusiones sofisticadas en entornos sociales.
Esta caracterización refleja una creencia social más profunda en la importancia de un conjunto equilibrado de habilidades para los hombres, fusionando la destreza física con el compromiso intelectual. La noción subraya las expectativas culturales de la masculinidad durante esa época, donde los hombres eran valorados no sólo por su espíritu de lucha sino también por su gracia social y su capacidad para navegar en entornos diversos. Esta dualidad sugiere una visión compleja de lo que significaba ser un hombre en los Estados Unidos de principios del siglo XX.
