Los padres no deben asumir que los niños están hechos de azúcar cande y que se romperán y colapsarán instantáneamente. Los niños no. Lo hacemos.
(Parents shouldn't assume children are made out of sugar candy and will break and collapse instantly. Kids don't. We do.)
Esta cita destaca la resiliencia que a menudo presentan los niños en comparación con las expectativas establecidas por los adultos. Es fácil para los padres subestimar lo fuertes y capaces que pueden ser los niños, a veces protegidos por una actitud protectora que sobreestima su fragilidad. Reconocer que los niños poseen fuerza interior fomenta un enfoque equilibrado, uno que los nutre y protege sin socavar su independencia y solidez. Es un recordatorio de que nosotros, como adultos, a veces olvidamos que la resiliencia es parte de la condición humana y, a menudo, somos nosotros los adultos los que luchamos contra las percepciones limitantes sobre nuestras propias capacidades.