Esta cita subraya la importancia vital de hacer que los textos religiosos, específicamente las Sagradas Escrituras, sean accesibles al público en general. La frase "utilidad pública" resalta que la difusión de estos escritos sagrados no es simplemente una cuestión de devoción individual o privada sino una responsabilidad social que beneficia a toda la comunidad. Abogar por la 'distribución general' enfatiza la necesidad de eliminar barreras—ya sean económicas, sociales o educativas—que impiden que las personas interactúen con estos textos fundamentales. Cuando las Sagradas Escrituras están ampliamente disponibles, se fomenta no sólo el crecimiento espiritual sino también el desarrollo moral y ético dentro de la sociedad. Fomenta la alfabetización cultural, promueve valores compartidos y puede servir como fuerza unificadora en medio de la diversidad. Históricamente, el acceso a los textos religiosos ha estado limitado por varios factores, lo que ha resultado en una población menos informada o dividida. Reconocer la distribución de estos textos como una cuestión de utilidad pública eleva su importancia para los sistemas sociales y las políticas públicas. La relevancia duradera de tal postura radica en la comprensión de que el impacto del conocimiento compartido y la guía moral puede transmitirse a través de generaciones, dando forma a sociedades que priorizan la compasión, la comprensión y la justicia. Al enmarcar la difusión de las Sagradas Escrituras como una necesidad social, la cita aboga por medidas proactivas (como la imprenta, la educación y la caridad) que garanticen que todas las personas, independientemente de su origen, puedan participar de las revelaciones espirituales y éticas contenidas en estas Escrituras. En última instancia, los textos sagrados accesibles contribuyen al tejido moral de las comunidades y al fomento de una sociedad más informada y compasiva.