La realeza en su mayoría parece miembros de alguna fe anacrónica, como los Amish, peculiares en calesas doradas.
(Royalty mostly seem like members of some anachronistic faith, like the Amish, peculiar in gilded buggies.)
La realeza a menudo evoca imágenes de tradiciones y costumbres obsoletas, que recuerdan a comunidades aisladas como los Amish. La comparación con individuos en carritos dorados resalta la desconexión entre su opulencia y la simplicidad de lo que alguna vez pudieron haber representado. Esta analogía invita a reflexionar sobre cómo las monarquías y aristocracias pueden parecer inquietantemente alejadas de las realidades modernas, preservando rituales y apariencias que hoy pueden parecer arcaicos o fuera de lugar. Subraya la idea de que los elementos de la tradición, especialmente aquellos asociados con el poder, a menudo pueden parecer pintorescos u obsoletos, pero persisten como símbolos de estatus e identidad.
