Esa fue la primera vez que experimenté el desesperado placer orgiástico de esta forma de duelo público: era el único lugar donde las personas se mezclaban y tocaban cuerpos y compartían emociones sin restricción ni culpa. Había un frenesí salvaje y con sabor sexual en el aire. Más tarde, cuando vi un eslogan de Khomeini diciendo que la República Islámica sobrevive a través de sus ceremonias de luto, podría testificar sobre su verdad.
(That was the first time I experienced the desperate orgiastic pleasure of this form of public mourning: it was the one place where people mingled and touched bodies and shared emotions without restraint or guilt. There was a wild, sexually flavored frenzy in the air. Later, when I saw a slogan by Khomeini saying that the Islamic Republic survives through its mourning ceremonies, I could testify to its truth.)
El autor reflexiona sobre la profunda experiencia del duelo público, describiéndolo como un espacio único donde las personas expresaron libremente sus emociones y se conectaron entre sí física y emocionalmente. Esta reunión estuvo marcada por una sensación de liberación desinhibida y una atmósfera elevada, casi extática, combinando la tristeza con un espíritu comunal estimulante. La mezcla de cuerpos y emociones creó un telón de fondo vívido e intenso para el dolor colectivo.
Más tarde, la autora recuerda una declaración de Khomeini que enfatiza la importancia de los rituales de luto para la República Islámica, que resonó con su experiencia personal. Esta conexión ilustra cómo tal luto comunal no solo sirve como un medio para expresar pérdidas, sino que también refuerza las identidades culturales y políticas. La mezcla de dolor y fervor destacó el poder subyacente de estas ceremonias para dar forma a los lazos comunales y mantener la narrativa del régimen.