A raíz de un evento traumático, hay una pausa peculiar en la que la realidad de lo que ocurrió se establece, pero sigue sin hablar. Este momento está lleno de una mezcla de incredulidad y aceptación, ya que el individuo lidia con sus emociones. El conocimiento de la verdad cuelga pesado, creando una lucha interna antes de compartirla con los demás.
Esta reflexión captura la esencia de cómo las crisis personales pueden aislarnos, incluso cuando están rodeados de seres queridos. El miedo a la divulgación puede complicar el proceso de curación, mientras navegamos por nuestros sentimientos, buscando comprensión y apoyo mientras sentimos el peso del silencio.