La cita de "Papillon" de Henri Charrière ilustra el contraste entre aquellos que han experimentado las complejidades de la educación culta y aquellos que no lo han hecho. Los individuos intactos por las hipocresías sociales responden a sus experiencias con una emoción genuina, experimentando el mundo tal como viene, sin los filtros de creencias aprendidas que podrían alterar sus percepciones. Su felicidad, tristeza y reacciones generales son inmediatas y puras, arraigadas profundamente en el momento presente.
Esta perspectiva enfatiza la autenticidad de los sentimientos en ausencia de condicionamiento social. Al vivir en el momento, estos individuos encarnan un enfoque crudo y sin refinar para la vida, marcado por un compromiso directo con sus sentimientos. Por el contrario, los formados por las convenciones de una educación civilizada pueden encontrarse navegando por un paisaje emocional más intrincado, influenciado por preconcepciones y expectativas sociales.