en cuentos de hadas, osos y lobos a menudo se retratan como los antagonistas, lo que refuerza una narración que alienta a los niños a ver a estas criaturas como amenazas en lugar de respetarlas como parte de la naturaleza. Esta perspectiva implica la necesidad de nuevas historias que celebren la coexistencia en lugar de el combate, especialmente cuando enfrentamos desafíos modernos con respecto a la preservación de la vida silvestre. La imagen de un niño con un oso evoca una sensación de armonía que contrasta con los cuentos tradicionales que ponen en peligro a esos animales.
Barbara Kingsolver sugiere que nuestras historias culturales deben evolucionar para reflejar la urgencia de los problemas ambientales. El hábito de dañar la vida silvestre tiene efectos perjudiciales, empujando a muchas especies hacia la extinción. A medida que lidiamos con estas realidades, se nos insta a reconsiderar nuestros instintos y cambiar hacia una mentalidad que fomente la protección en lugar de la destrucción, fomentando una conexión más profunda con todas las formas de vida.