Siempre he utilizado el mundo de la fantasía con cierta desesperación.
(I have always used the world of make-believe with a certain desperation.)
Esta cita captura de manera conmovedora la profunda confianza que algunas personas desarrollan en la imaginación y la fantasía como medio para afrontar la realidad. En un mundo que a menudo parece impredecible, abrumador o cruel, recurrir a la fantasía puede servir como un acto de resiliencia, permitiendo a una persona crear un santuario donde sus deseos, miedos y esperanzas pueden explorarse de forma segura. La palabra "desesperación" alude fuertemente a una sensación de urgencia o anhelo que quizás surge de sentirse desconectado o impotente en la vida real. Involucrarse con la fantasía puede ofrecer consuelo momentáneo, pero también puede reflejar una lucha interna más profunda, donde los límites entre la realidad y la imaginación se desdibujan. Ruth Benedict parecía reconocer que ese apego a la fantasía no es simplemente un rasgo infantil, sino que puede ser un intento sincero, a veces desesperado, de encontrar significado o escapar de las dificultades. Este reconocimiento abre una ventana para comprender cómo los seres humanos navegan por paisajes emocionales complejos. Nos lleva a considerar la importancia de la compasión y la empatía, reconociendo que confiar en la fantasía puede ser un signo de necesidades insatisfechas o vulnerabilidades más profundas. Si bien la sociedad a menudo considera que la fantasía es inocente o infantil, esta reflexión revela su papel esencial como refugio psicológico, especialmente en tiempos de crisis o incertidumbre. Subraya que nuestros mundos imaginativos no son sólo fantasías, sino componentes vitales de nuestro mecanismo de supervivencia emocional, que nos brindan consuelo y fortaleza cuando enfrentamos las inevitables dificultades de la vida.