En "The Glass Castle", Jeannette Walls reflexiona sobre las opiniones poco convencionales de su madre con respecto a la crianza de los niños. Su madre creía que preocuparse demasiado por los niños era innecesario, afirmando que experimentar el sufrimiento en la juventud podría ser beneficioso. Esta creencia la llevó a adoptar un enfoque de no intervención, a menudo ignorando los gritos de sus hijos, ya que pensaba que responder solo alentaría lo que consideraba un comportamiento negativo.
Esta perspectiva plantea preguntas sobre el papel del dolor y la adversidad en el crecimiento personal. La madre de Walls sintió que enfrentar dificultades genera resiliencia, lo que sugiere que no todos los métodos de los padres se alinean con la crianza convencional. Dichas ideas revelan las complejidades de su dinámica familiar y contribuyen a los temas más amplios de lucha y supervivencia en las memorias.