En "The Glass Castle", Jeannette Walls reflexiona sobre su educación poco convencional y los diversos desafíos que enfrentó creciendo en una familia disfuncional. Entre estos desafíos, su pasión por la lectura surge como una de sus adicciones, proporcionándole un escape del entorno caótico que la rodea. La lectura simboliza una búsqueda del conocimiento y un medio para hacer frente a las dificultades de la vida. Le permite encontrar consuelo y estabilidad en medio de la inestabilidad de su familia.
Esta obsesión con la lectura representa no solo un refugio emocional sino también una herramienta crítica para la autoeducación. A lo largo de su tumultuosa infancia, los libros se convierten en un salvavidas, alimentando sus ambiciones y aspiraciones. Mientras navega por la compleja dinámica y dificultades familiares, su amor por la literatura finalmente da forma a su identidad y futuro, enfatizando el poder transformador de la lectura en su vida.