En las discusiones morales con respecto a los animales, la razón debe guiar el establecimiento de estándares y la evaluación de argumentos opuestos. Sin embargo, a menudo es más perspicaz comenzar con nuestra motivación intrínseca, que puede describirse fundamentalmente como amor. Este amor refleja una relación única donde los humanos, que poseen conocimiento y fuerza, cuidan a los animales que son inocentes y vulnerables.
Cuando reaccionamos con la empatía al sufrimiento de los animales, destaca un aspecto positivo de nuestro carácter, incluso si a veces elegimos ignorar este sentimiento. Aquellos que descartan los sentimientos como un mero sentimentalismo no reconocen un aspecto significativo de la naturaleza humana que nos conecta a todos y nos insta a abogar por el bienestar de nuestras criaturas.