En el libro "Fecha límite" de Randy Alcorn, el protagonista reflexiona sobre recibir una carta particularmente dura. Esta carta se destaca debido a su franqueza, sin formalidades comunes como un saludo. En lugar del cierre educado habitual, el escritor desata un torrente de blasfemias y desdén sin filtrar, que el protagonista encuentra extrañamente refrescante.
Esta honestidad cruda en la comunicación ofrece un contraste con el correo de odio típico, que a menudo contiene insultos velados formados en bromas. El protagonista aprecia la falta de pretensión y aprecia la apetición del mensaje, incluso si está lleno de ira.